Dos Mesas Vacías
Quede suspendido, los rayos del sol cruzaban las espesas cortinas color crema de su cuarto, el olor de fluidos ensopaban el ambiente, el calor lo podía sentir a flor de piel, el sol caía a mi rostro entibiandome y hacerme sentir una sensación de incomodidad.
Gire a mi derecha y regrese, junte suavemente la puerta para no despertarlos, baje las gradas y salí por la puerta trasera, decidí volver a la hora que había acordado y tratar en adelante de no llegar de sorpresa.
Perla era amante de Baco, ella es su sobrina.
Pase una bonita tarde con ellos, Perla sentada a mi costado haciendome caricias y manoseandome en cada minuto que Baco pasaba a la cocina, se divertía con su sabroso engaño, mientras yo maquinando mil cosas y asombrado por las sorpresas de la vida, sólo me dejaba llevar por sus malditos encantos.
Nos retiramos a las siete, dejamos a Baco algo tomado, semidormido sobre su mueble. Luego de media hora, me encontraba moviendome rapidamente, fregando mi miembro dentro de la húmeda cavidad de Perla, se lo hize cinco veces, me vine ocho veces, dos en su boca, el resto sobre sus muslos. No la bese, nos lavabamos la deje en su casa a las 12.00 am, le conte a su madre que le había pedido que me acompañe a hacer un trabajo en la casa de una amiga; me despedí de ellas y regrese a mi casa, me acosté, cerre mis ojos y hasta el día de hoy había decidido olvidarlo todo.
Ése fue el motivo por el que Baco liquidara nuestra amistad, le ardía pero no sabía como darle fin; él, "el man" no sabía como erradicarme, maldita la hora que se cruzo Perla, me decía yo, se que él también, hasta que todo cayo por su propio peso, dejo que la ley del menor esfuerzo actuara.
Lo que no planificó fue que Perla saliera embarazada de Darío, el se presento como el rescatista, la pieza maestra, dio un giro a la historia y se llevo el hueso, nada más que la última risa, su última risa, fue una felicidad amarga, Perla mudo de piel, mudo de cuerpo, de carácter, no creo que haga el amor con la misma maestría de ayer, y que sus tangas cortísimas le queden tan bien como antaño, era claro que Darío solo la busco por eso, como todos los hombres, el único estúpido que lo llego a amar fui yo.
Hoy Perla sólo carga golpes y un pequeño corazón. Pero sé que a pesar de todas las cosas, debe de ser feliz, no mucho, pero lo es, con el tiempo Darío cambiará, su hijo crecerá, ella estará en una mejor posición, y su vida continuará, al igual que yo con la mía.