domingo, febrero 08, 2009

Oigo Para No Olvidar de Los Rodríguez; y entonces me entra una extraña nostalgia.

Que cosa tan rara.

Tiene sabor a penita, a hambrita de cariño, es como una suave caricia tibia que al tocarle su mano sólo se toca el vacío.

Es una mejilla tibia al lado mío, y sentir una expiración cálida de una voz que te dice algo al oido y al acercame hacia aquello no hay nada.

Es como tocar una piel suave y traviesa, peligrosa y amorosa, pero al unir los dedos sólo pruebo la tosquedad de mis dedos.

Pero si estas manifestaciones son sólo espacio, es lógico que hay un vacío tiempo. Ergo de ésta propuesta racional derivo que tan sútil sorpresa de algo que creo saber como se llama, tiene sabor a madera añeja, al barril donde fermento.

Es mi adolescencia, de un cariño bonito lejano. Caray, había olvidado lo bonito que era ésa época. Más de época, es sentir. Sentir, ¿aún sería capaz de dar algo por sentir?.

Sentir... expresión vetada en las acementadas calles de mi vacío corazón.

Frío concreto es de la banca dónde deje perdido el marco de esa foto en blanco que tiene intacto mis huellas y sus inocentes, tibios y asonrojados besos.

¿Qué me costo darle un par de personajes a la vacía imagen?. Cobardía... maestra titireta del teatro de mi existencia.

Y ésta canción te la dedico a tí,

De un tiempo perdido, a esta parte esta noche ha venido
Un recuerdo encontrado para quedarse conmigo.
De un tiempo lejano, a esta parte ha venido esta noche
Otro recuerdo prohibido, olvidado en el olvido.
(....)

De un tiempo lejano a esta parte ha venido perdido,
Sin tocarme la puerta, recuerdo entrometido.
De un tiempo olvidado ha venido un recuerdo mojado
De una tarde de lluvia, de tu pelo enredado.
(...)

Para qué contar el tiempo que nos queda,
Para qué contar el tiempo que se ha ido,
Si vivir es un regalo y un presente
Mitad despierto, mitad dormido,
Mitad abierto, mitad dormido.

Tarareo la rola mientras he de seguir el ritmo con los dedos, en aquella mesa vacía reservada para dos.